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Nuria Casas, autora del libro La cicatriz que perdura (Editorial Albada), es una voz que combina sensibilidad, fuerza y ​​vulnerabilidad para abordar temas profundamente humanos. En su primera obra, Núria comparte su experiencia vital con la anorexia que, lejos de ser sólo personal, resuena con cualquiera que haya pasado por momentos oscuros. Con escritura honesta e íntima, nos invita a reflexionar sobre el sufrimiento, la vulnerabilidad y la capacidad de transformar las heridas en esperanza. Un libro que llega para tocar el alma y encender una luz en la oscuridad. Hemos hablado con ella.

Albada siempre hace entrevistas a los autores, y a lo largo del tiempo hemos visto muchos tipos de libros y experiencias, pero creo que nunca había realizado una entrevista sobre un libro que explicase una experiencia tan personal como la tuya. ¿Qué te empujó a escribir este libro ya compartir una historia tan íntima?

Esto lo explico al principio del libro. Cuando me puse a escribir, en ningún momento tenía la intención de escribir un libro. Escribir siempre ha sido parte de mí, siempre me ha gustado y lo he necesitado, especialmente en momentos de caos, cuando no entiendo nada y necesito ordenar un poco mi interior.

Así que empecé a escribir en uno de los peores momentos de mi vida, por pura necesidad. Primero escribía para mí misma, pero también para tener las ideas claras cuando iba a la psicóloga y al psiquiatra. Me servía para explicarme mejor y para que pudieran ayudarme. Con el tiempo, sin apenas ser consciente de ello, me di cuenta de que había escrito mucho.

Fue la psicóloga quien me dijo: "Todo esto que escribes y me enseñas, ¿lo tienes ordenado? Porque esto podría ser un libro." Esto, junto con comentarios de unas pocas amigas muy cercanas que sabían que escribía, me hizo verlo de otra forma. Cuando revisé todo, me di cuenta de que, si lo ordenaba y reestructuraba un poco, sí podía tener sentido como libro. Pero en ese momento, la idea se quedó conmigo. Era un libro sólo para mí, no pensaba hacer nada con eso.

Sin embargo, había una idea que no paraba de rondarme. Pensé: "Si mi filosofía de vida es 'omnia in bonum' (todo es para bien), ¿cómo puedo quedarme esto sólo por mí? Si este libro puede ayudar a alguien, aunque sea una sola persona, a pasar una situación similar o comprender mejor lo que está viviendo alguien de su entorno, entonces quizás vale la pena publicarlo." Y así fue como decidí que esa historia debía ver la luz.

Lo que explicas es muy inspirador, pero también parece un paso muy difícil de asumir. Cuando escribes sobre una experiencia tan personal, supongo que hay momentos en los que te preguntas qué pensarán los demás. ¿Cómo superaste ese miedo?

¿La verdad? ¡No sé si la he superado del todo! Aún hoy, cuando me preguntan cómo me siento con todo esto, respondo lo mismo: "50% vértigo, 50% ilusión". Por un lado, siento la ilusión de pensar que quizás ayude a alguien. Pero el vértigo viene porque no es una historia externa o ficticia. Es lo que más me ha hecho sufrir en mi vida, y ahora lo estoy exponiendo a todo el mundo. Hay personas que no me van a conocer, pero leerán el libro y tendrán acceso a una parte de mí que normalmente reservamos para las relaciones más íntimas.

Además, no es una experiencia "bonita". Es lo contrario, es una experiencia difícil, y me hace pensar que quizás la gente me conozca antes por mis momentos más vulnerables que por la parte "bonita" que solemos mostrar primero.

Pero, en los momentos de mayor duda, recuerdo una idea que me ayuda mucho: si quiero ser coherente con lo que digo, que la vulnerabilidad es necesaria para establecer conexiones profundas con los demás, debo ser la primera en exponerme. No puedes hablar de vulnerabilidad y después protegerte detrás de una fachada.

A lo largo del libro hablas mucho de cómo el amor y las relaciones humanas tienen un papel fundamental en el proceso de curación. ¿Cómo lo has vivido tú?

Es uno de los aspectos más importantes. A menudo, el amor es la causa de las heridas más profundas, pero es también el único capaz de sanarnos. Para mí, mi familia y mis amigos fueron esenciales. No lo habría logrado sin ellos. Siempre hay una parte de trabajo personal que debes realizar tú, especialmente con la ayuda profesional. Pero tener personas a tu alrededor que te quieren y te acompañan, es lo que te impulsa a dar los pasos necesarios.

Muchas veces, aunque estés físicamente acompañada, puedes sentirte sola. Esto me ocurrió en momentos difíciles. Pero siempre tuve la suerte de tener gente a mi lado, que me salvó literalmente. Cuando me dicen que fui muy valiente por buscar ayuda, pienso: "Sí, pero no lo habría hecho de no ser por las personas que tenía alrededor."

También reflexionas sobre cómo negar nuestros propios límites humanos nos puede llevar a rompernos. ¿Crees que esto está en el fondo de muchos problemas emocionales?

Totalmente. En el libro repito esta idea porque creo que es fundamental. La anorexia es una enfermedad, y no es un capricho ni una elección. Pero siempre es consecuencia de otra cosa, nunca la causa. Hay motivos muy variados detrás, pero uno de los más profundos es la negación de nuestros límites. Nuestra naturaleza humana es imperfecta, frágil y vulnerable, y cuando intentamos sobrepasar estos límites, nos acabamos rompiendo.

No podemos mantener una fachada de perfección y fuerza constantemente. Cuando lo hacemos, a menudo llega un punto en el que la realidad nos golpea con fuerza y ​​nos damos cuenta de que no podemos seguir así. Por eso, el proceso de aceptarnos tal y como somos es tan importante.

La fe tiene un papel muy importante en tu libro. ¿Cómo ha influido en tu proceso de superación?

La fe es el centro de todo. Al principio estaba muy enfadada con Dios. Pensaba que si él me quería tanto como decían, no me habría enviado ese sufrimiento. Pero después de un accidente que casi me cuesta la vida, mi perspectiva empezó a cambiar. Tuve una segunda oportunidad y empecé a ver las cosas de otra forma. Sin embargo, todavía tuve momentos de duda y de querer alejarme de Dios.

El punto de inflexión fue un día en el que estaba muy mal, en el momento más oscuro, y entré en una capilla. Hice una oración muy sencilla: "Yo ya no puedo más, te lo dejo todo a ti." En ese momento sentí una paz que nunca había experimentado antes, y empecé a entender que no estaba sola, que debía confiar más en Dios y en las personas que tenía a mi alrededor.

Por último, ¿qué impacto esperas que tenga el libro en los lectores?

Espero que el libro lleve algo de luz a quien esté pasando un momento difícil. No pretendo cambiar la vida de nadie de forma radical, pero si alguien puede encontrar esperanza y pensar: "Si ella ha podido hacerlo, quizás yo también puedo," ya habrá valido la pena. Para mí, sólo con eso el libro habrá cumplido ya su objetivo.

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