La relación entre ciencia y fe ha sido compleja y dinámica a lo largo de la historia, con momentos de conflicto pero también de colaboración y armonía. Esta relación a menudo se percibe como opuesta, pero muchos científicos y pensadores han encontrado formas de integrar ambas perspectivas en su comprensión del mundo. Esta integración es la que ha llevado a cabo David Jou, catedrático de física y autor del libro "Pensar la Creación".
En el libro, Jou nos explica que la ciencia proporciona un conocimiento detallado del mundo natural y sus leyes, mientras que la fe ofrece una perspectiva sobre el significado y valores que guían nuestra existencia. Cuando se ven como complementarias, ciencia y fe pueden enriquecer nuestra comprensión del mundo y de nuestro sitio en él, ofreciendo una visión más completa y profunda de la realidad.
Por este motivo, para evidenciar cómo ciencia y fe son perfectamente complementarias, le presentamos 5 casos de científicos que también compartían su pasión investigadora con una fe muy arraigada:
Mary Kenneth Keller (1913-1985) fue una religiosa católica estadounidense y una pionera en el campo de la informática. Como hermana de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Bendición Eterna, Keller obtuvo un doctorado en informática en 1965 en la Universidad de Wisconsin-Madison, siendo una de las primeras mujeres en conseguir este título.
Jugó un papel crucial en el desarrollo del lenguaje de programación BASIC, que simplificó la programación y la hizo más accesible para los estudiantes y el público general. Keller también fundó el Departamento de Ciencias de la Computación en la Universidad Clarke, donde trabajó para integrar la tecnología en la educación y promovió la participación de las mujeres en el ámbito de la informática. Su contribución fue fundamental para el desarrollo de la informática moderna y abrir camino a futuras generaciones de mujeres en el campo tecnológico.
Francis Collins (nacido en 1950) es un médico y genetista estadounidense conocido por sus contribuciones a la genética humana y su dirección en importantes proyectos científicos. Collins dirigió el Proyecto del Genoma Humano, una empresa monumental que culminó en 2003 con la completa secuenciación del genoma humano. Este éxito revolucionó la biología y la medicina, proporcionando una base para nuevas terapias genéticas y una mejor comprensión de las enfermedades hereditarias.
Collins obtuvo su doctorado en física teórica en la Universidad de Yale y más tarde completó su formación médica en la Universidad de Carolina del Norte. Después se dedicó a la investigación genética, descubriendo los genes responsables de diversas enfermedades, incluyendo la fibrosis quística y la neurofibromatosis.
Desde 2009 hasta 2021, Collins sirvió como director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, donde supervisó la investigación biomédica nacional y jugó un papel importante en la respuesta científica a la pandemia de COVID-19. Collins es conocido también por sus creencias religiosas, y ha escrito sobre la compatibilidad entre la ciencia y la fe. Su obra ha sido fundamental para la genética moderna y ha inspirado a generaciones de científicos.
Georges Lemaître (1894-1966) fue un astrónomo y sacerdote católico belga que realizó contribuciones fundamentales a la cosmología moderna. Es más conocido por su teoría del "Big Bang", que postulaba que el universo empezó a expandirse a partir de un estado inicial extremadamente denso y caliente, idea que inicialmente llamó "hipótesis del átomo primigenio" .
Lemaître estudió ingeniería civil en la Universidad Católica de Lovaina, pero su educación fue interrumpida por la Primera Guerra Mundial, durante la cual sirvió como oficial de artillería. Tras la guerra, fue ordenado sacerdote en 1923 y continuó su educación en matemáticas y física en la Universidad de Cambridge y en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
En 1927, Lemaître publicó un artículo en el que proponía que el universo estaba en expansión, basándose en las ecuaciones de la relatividad general de Albert Einstein y las observaciones de los desplazamientos en el rojo de las galaxias. A pesar de que inicialmente halló resistencia, las observaciones posteriores de Edwin Hubble confirmaron sus predicciones, y su teoría ganó aceptación general.
Jérôme Lejeune (1926-1994) fue un genetista y pediatra francés reconocido por haber descubierto la causa genética del síndrome de Down. En 1959, Lejeune y su equipo identificaron que esta condición es provocada por la presencia de una copia extra del cromosoma 21, lo que se conoce como trisomía 21. Este descubrimiento fue revolucionario, ya que fue la primera vez que se asoció una enfermedad con una anomalía cromosómica específica, abriendo así una nueva era en la genética médica.
Lejeune estudió medicina en la Universidad de París y se especializó en pediatría y genética. Además de su trabajo sobre el síndrome de Down, investigó otras anomalías cromosómicas y genéticas, contribuyendo significativamente al campo de la citogenética.
Profundamente católico, Lejeune fue un firme defensor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, abogando contra el aborto, especialmente en casos de diagnósticos prenatales que indicaban anomalías genéticas. Esta postura le valió tanto elogios como controversias.
En 1994, fue nombrado primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida por el Papa Juan Pablo II, poco antes de su muerte. Su legado perdura en el campo de la genética médica, donde su trabajo ha tenido un impacto profundo en la comprensión y tratamiento de las enfermedades genéticas.
Gregor Mendel (1822-1884) fue un monje agustino y científico de la Moravia (actualmente parte de la República Checa) que es considerado el padre de la genética moderna. Sus experimentaciones con plantas de guisante en el monasterio de Brno sentaron las bases de las leyes de la herencia.
Mendel nació en una familia de campesinos y mostró un interés temprano por la ciencia y las matemáticas. Ingresó en la orden de los agustinos a la edad de 21 años y adoptó el nombre religioso de Gregor. Además de sus deberes religiosos, estudió ciencias naturales en la Universidad de Viena, donde recibió una formación rigurosa en física, química y biología. A mediados de 1850, Mendel comenzó sus experimentos con guisantes en el jardín del monasterio. Durante más de diez años, cultivó y estudió miles de plantas de guisante, observando cómo se transmitían las características de una generación a la siguiente.
Aunque sus hallazgos fueron publicados en 1866 en el trabajo "Experimentos sobre hibridación de plantas", fueron ignoradas en gran medida por la comunidad científica de su tiempo. No fue hasta principios del siglo XX, décadas después de su muerte, que sus trabajos fueron redescubiertos y reconocidos como fundamentales para el desarrollo de la genética.
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